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Radiaciones ionizantes y no ionizantes

La radiación es una forma ondulatoria de propagación de energía que no requiere de la existencia de un medio material, es decir que se realiza incluso en el vacío.

 

Las radiaciones electromagnéticas son ondas generadas por un campo oscilatorio, que se propagan a la velocidad de la luz. Se caracterizan por su frecuencia (o su inversa, longitud de onda)  de modo que es posible representarlas como un espectro continuo que va de frecuencias muy bajas como las que corresponden a sistemas de generación y distribución de energía eléctrica, pasando por las bandas de radiofrecuencia y microondas empleadas en radiodifusión, televisión y comunicaciones, las emisiones infrarrojas, luz visible y UV hasta radiaciones de muy alta frecuencia como los rayos X y Gamma.

 

Las radiaciones de naturaleza corpuscular corresponden a partículas subatómicas que tienen también un carácter ondulatorio. Estas partículas, que pueden o no estar eléctricamente cargadas y se desplazan a muy altas velocidades, son emitidas por átomos inestables como es el caso de los radioisótopos empleados en aplicaciones médicas, industriales y agricultura, aceleradores de partículas o bien por reacciones nucleares. La radiación se caracteriza por el tipo de partícula en cuestión (alfa, beta, neutrones, etc.). 

 

Todo material que se interponga en la trayectoria de un haz de radiación absorberá parte de la energía transportada. En esta interacción no solo es importante la intensidad de la radiación o sea la cantidad de energía por unidad de tiempo y área normal a la dirección de propagación, sino también su distribución en las partículas (o fotones para el caso de radiaciones electromagnéticas) que lo componen.

 

En las radiaciones ionizantes, las partículas o los fotones tienen energía suficiente para provocar la ionización de átomos y moléculas, promoviendo reacciones que modifican la estructura y comportamiento de la materia. La ionización de las moléculas de las células de un organismo da lugar a reacciones químicas capaces de provocar daños a sus funciones esenciales, producir lesiones irreversibles o muerte, impedir su reproducción o alterar la información genética. Dentro de esta categoría se encuentran las emisiones radiactivas (alfa, beta, positrones), productos de reacciones nucleares (neutrones, protones). También las radiaciones electromagnéticas de muy alta frecuencia como ser los  rayos x, y gamma.

 

Además de generación eléctrica en centrales atómicas, muchas actividades utilizan fuentes de radiación ionizante, por ejemplo equipos de diagnóstico y tratamientos médicos, radiografía industrial, irradiación de alimentos, control de plagas, entre otras. Tanto los equipos como sus operadores requieren autorizaciones y habilitaciones especiales por parte de las autoridades de aplicación, además de sistemas de protección y control de dosis individuales.

 

Las radiaciones no ionizantes tienen niveles de energía inferiores a los requeridos para provocar la ionización. No obstante, para ciertos niveles de exposición (en términos de  intensidad), pueden ocasionar efectos en el organismo a través de distintos procesos biofísicos que tienen en común la inducción de corrientes y/o calentamiento. Este es el caso de las radiaciones electromagnéticas comprendidas en el espectro hasta los 300 GHz ( radiofrecuencia y microondas) para los cuales los efectos dependerán de la frecuencia y el tejido en cuestión. También  de las emisiones infrarrojas,  que se encuentran por encima de dicha frecuencia, y los láseres que se encuentran dentro del espectro visible.. Un  caso particular es el de la radiación luminosa ultra violeta, en el extremo superior del espectro no ionizante que puede llegar a generar graves lesiones en piel y ojos además de inducir mutaciones genéticas

 

Por tal motivo también deben implementase sistemas de protección en todas las actividades donde puede haber exposición ocupacional como ser soldadura, fundiciones, hornos, telecomunicaciones radares, etc

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