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La luz es un conjunto de radiaciones electromagnéticas no ionizantes que son detectables por el ojo humano. Están comprendidas en una banda estrecha del espectro, de muy altas frecuencias, por lo que resulta más práctico caracterizarlas en términos de su longitud de onda. Este tipo de radiaciones son generadas por oscilaciones energéticas a nivel atómico, en algunas reacciones químicas, nucleares y fenómenos físicos debido a efectos térmicos, eléctricos y/o magnéticos. Dependiendo de la fuente, pueden contener algunas o todas longitudes de onda del rango, las cuales son percibidas como colores. El rojo corresponde al límite inferior del espectro (780nm) y el violeta al superior (380nm).

 

El ojo es un sistema óptico que tiene una lente de curvatura variable (cristalino) que permite enfocar la luz proveniente de una fuente y/o la reflejada en objetos, formando imágenes sobre una membrana (retina) en la cual hay células fotosensibles. Estas transforman las imágenes en impulsos eléctricos que se envían a la corteza cerebral. La cantidad de energía luminosa que incide en las células de la retina, está regulada por la dilatación y contracción del iris que modifica el área de la pupila, de acuerdo a las condiciones de iluminación del ambiente.

 

Estos procesos de acomodación y adaptación, se realizan simultáneamente. Si bien un ojo normal puede procesar imágenes para rangos bastante amplios de distancias (cercana/lejana) y luminosidad (nocturna/diurna), debido a la constitución de la retina, a medida que disminuye el nivel de iluminación ambiental se reduce tanto la capacidad como la rapidez para distinguir detalles y colores. Esta disminución trae aparejados una serie de efectos que influyen desde el estado de ánimo de las personas, hasta la calidad, productividad y seguridad de cualquier tarea.

 

El objetivo de la iluminación en un ambiente laboral es crear condiciones optimas de confort visual lo cual implica asegurar una iluminancia (relación entre flujo luminoso y superficie de trabajo) adecuada, uniforme y sin deslumbramientos para cada tarea o actividad. Esto se logra mediante una iluminación general y eventualmente localizada en sectores específicos y  una iluminación de emergencia o seguridad.

 

Las fuentes emisoras más comunes son lámparas y tubos que transforman energía eléctrica en luminosa. Están disponibles en una amplia gama de flujos luminosos, variedad de diseños, etc y se pueden clasificar básicamente por el proceso de conversión. En las lámparas incandescentes, la generación  de luz se produce por circulación de corriente eléctrica en un filamento dentro de una ampolla con gas inerte o en un bulbo con gas halógeno. En las tubos y lámparas compactas fluorescentes (de bajo consumo) por una descarga eléctrica en vapor de mercurio a baja presión dentro de una ampolla que se recubre con polvos fluorescentes que la convierten gran parte de la radiación ultra violeta en radiación visible. También hay lámparas de descarga en vapor de mercurio a alta presión (mezcladoras, halogenadas) y de vapor de sodio. Los diodos son materiales semiconductores encapsulados en plástico que generan luz por  fluctuación de nivel de energía ente por el movimiento de electrones en el material.  En todos los casos, las fuentes se colocan dentro de dispositivos llamados luminarias que además de protegerlas,  dirigen convenientemente el flujo mediante superficies reflectoras.

 

Los colores y las señales de seguridad tienen como finalidad atraer la atención sobre objetos, dispositivos ubicaciones e identificar riesgos. El uso de colores y el diseño de las señales se encuentra normalizado, así por ejemplo en las señales el color verde denota condición segura el amarillo precaución o advertencia sobre riesgos, el rojo parada o prohibición, elementos contra incendio, el azul obligación como por ejemplo el uso de elementos de protección personal

Iluminación y colores de seguridad

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